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El entorno natural de Cantabria, de gran belleza, áspero clima y abrupto paisaje, posee grandes montañas, con tenebrosas cavernas. Los antepasados fueron transmitiendo oralmente, de generación en generación, historias relacionadas con la naturaleza, los espíritus, los animales, los bosques, las aguas o el clima, con leyendas de seres fantásticos para explicar los fenómenos naturales. Estos seres mitológicos, representaban el bien y el mal, los deseos y las debilidades, los miedos y el más allá. El Ojáncano es un enorme Ogro cíclope que personifica el mal entre los cántabros, sembrando odio, ira y destrucción. La Ojáncana es la pareja del Ojáncano, con cara achatada y pelo oscuro, sucio y enmarañado. Las Anjanas eran las hechiceras de la edad media, y viven en grutas recónditas con suelos de oro y paredes de plata, donde acumulan riquezas para repartirlas entre los necesitados. Los caballucos del diablo son siete, como los colores del arco iris. El colorado lo monta el diablo. Tienen alas de libélula, ojos relumbrantes, negras crines, relinchando fuertemente y arrojando fuego por la boca. Provienen del infierno, siendo hombres que perdieron su alma y vagan por Cantabria el resto de la eternidad. La Guajona es una siniestra bruja, vieja y malvada, vestida con manto negro, siendo solo visibles sus manos ennegrecidas y los pies de patas de ave. El Arquetu es un anciano delgado, que camina lentamente, vestido con una túnica blanca y morada, de larga melena bermeja. Bajo el brazo, sostiene una arquita de oro con adornos de plata y broche pulido, y colgado de su hombro lleva una taleguilla. Es buen consejero de ricos y pobres. El Cúlebre, mitad dragón y mitad serpiente, con cuerpo recubierto de duras escamas, tiene cabeza ancha, grandes y potentes mandíbulas de enormes colmillos con lengua bífida y amarillenta. Una gran cresta espinosa recorre su dorso de la cabeza a la poderosa cola, con patas de aceradas garras y dos pequeñas alas de murciélago en el lomo. La Osa de Gándara es una mujer osa, brava y forzuda, con cuerpo orondo, rostro arrugado y quemado, labios como un hocico, ojos brillantes que bizquean al enfadarse, nariz chata, frente estrecha y aplastada, prominentes pómulos, cabello oscuro largo y enredado, y manos enormes con uñas largas y aguileñas cubiertas de pelos, al igual que sus piernas. El Roblón es la simbiosis perfecta entre un árbol y una joven que, un día de tormenta, se refugió en el hueco del viejo tronco de roble, abrazándola mortalmente y absorbiendo toda su esencia. Entre los duendes está Musgoso, el señor del bosque, un hombre que cansado de la vida en sociedad, decidió echarse a la montaña. Alto, delgado, de pálida cara, ojos pequeños y hundidos, larga y negra barba, viste abrigo y sombrero de musgo y hojas, y zapatos de piel de lobo. En su zurrón de cuero lleva su flauta de madera. El Trenti es otro duendecillo pequeñuco, de pelo rojizo, cara oscura y de ojos verdes, vestido con hojas, musgo y raíces, para enmascararse en el bosque. Se divierte tomando el pelo a los montañeses y se esconde entre las matas de los senderos para tirar de las faldas y pellizcar las pantorrillas de las mozas. El trastolillo es uno de los duendes más conocidos de Cantabria, viste de rojo y tiene piel oscura, pelo largo, ojos verdes, colmillos retorcidos, y rabo y cuernos pequeños. Por el día está encaramado a los árboles, entrando por las noches a las cabañas de los lugareños por la chimenea. El Tentirujo es un duende malicioso de piel parduzca, orejas puntiagudas, largas manos, que viste con ropa rojiza y lleva en la cabeza una boina de rabo tieso. El Enanuco Bigarista es un duende enano aliado de las Anjanas. Un tanto feo con rostro arrugado y barbudo posee ojos azules y chispeantes, orejas puntiagudas, pelo bermejo y grandes manos y pies, con calzas de color rojo, y sombreo blanco. Las brujas voladoras, de gran poder, salen por la chimenea entre la media noche y los primeros brillos del alba, ahuyentando los malos espíritus. No son hechiceras, encantadoras o adivinas, pero son curanderas y conocen pócimas de hierbas para curar a los enfermos. El Pecu Ave tiene su cuerpo mitad humano, mitad ave, con alas de gavilán, cola ancha como una escoba, cabeza y lomo grisáceos, nueve dedos en una mano y dos en otra, bizco y con un cuerno en la frente. Nació con malformaciones y no aprendía a hablar, ridiculizándole sus compañeros. Por lo que huyó al monte transformándose en lo que es. El Hombre pez de Liérganes, Francisco de la Vega, joven corpulento, de tez pálida y cabello rojizo; tenía una cinta de escamas desde la garganta hasta el estómago, otra que le cubría el espinazo y unas uñas gastadas corroídas por el salitre. La Sirenuca es una joven linda y cantarina, que recorría los acantilados de Castro Urdiales para marisquear y cantar. Tras una maldición de su madre, al regresar a los acantilados se convirtió en una bellísima mujer, con cola de pez y fuertes escamas en lugar de piernas.