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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA Hoy celebramos la fiesta de este santo español: Tomás de Villanueva, que nació en 1486 y murió en 1555. Fue fraile agustino, predicador, asceta, místico, escritor sa-grado, arzobispo de Valencia; pero sobre todo destacó por su atención a los pobres. Fue lo que hoy popularmente diríamos un “maniroto”. Nada más tomar posesión del arzobispado de Valencia, le fue adjudicado por el cabildo la cantidad de 4000 ducados para mejorar su ajuar; pero lo que hizo con este dinero fue destinarlo íntegro a la mejora del hospital general de la ciudad. Cada persona tenemos un aspecto físico propio, que nos distingue de los demás. Igualmente poseemos unos rasgos característicos que configuran nuestra personalidad. Estos vienen a ser como el talante propio que define nuestra forma de ser y de comportarnos. En Tomás de Villanueva, su rasgo personal propio es la generosidad. Esta se ve muy desarrollada en él desde niño y la mantendrá durante toda su vida hasta el momento mismo de su muerte. No teniendo ya nada que dar, fuera de la cama donde estaba moribundo, también se la dio a un pobre que le pidió una limosna. Por eso el pueblo, que raramente se confunde, le dio el sobrenombre de “Santo limosnero”. Junto con este rasgo, Tomás de Villanueva cultivó incansablemente otro: el del silencio, la oración, el encuentro personal con Dios. En nosotros la generosidad se da; aunque seguro no en un grado tan alto como en él; pero en donde todos estamos faltos es en el silencio y encuentro con Dios. En nuestra vida hay demasiado ruido y poco silencio; demasiado nerviosismo y poca quietud; demasiada confusión y no suficiente tranquilidad; demasiada actividad y no suficiente oración. En una palabra: demasiado “mundo” y poco Dios. Como resultado, las personas nos hemos habituado al ruido, a la confusión, a las distracciones. Y el silencio, la tranquilidad, y Dios ocupan poco lugar en nuestras vidas. Así el silencio ha llegado a ser intolerable, la tranquilidad anormal y Dios un extraño. Hoy santo Tomás de Villanueva con su vida y ejemplo, nos invita a la generosidad; pero sobre todo a permanecer dentro de uno mismo, a pensar, meditar, orar y vivir en Dios.