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Cursó sus estudios en Madrid, y antes de finalizar el bachillerato abandona ante la posibilidad que le ofrece Jaime Chavarri, a través de Cristina Rota, para interpretar su primer trabajo en el cine. Desde siempre le gustó la interpretación y la música, sacándose un dinero gracias a su trabajo cantando en el metro (donde incluso su propia madre le dio limosna), bien fuese presentándose a unas audiciones. En 1983 Jaime Chávarri le encomendó el papel juvenil principal de Las bicicletas son para el verano —su primer papel—1 , basado en la obra teatral de Fernando Fernán Gómez. En ella Gabino debía expresar cierta inocencia que a lo largo del metraje acabaría rota debido a los horrores de la Guerra Civil española y la inminente detención de su padre, ideológicamente afín a la II República. Su interpretación recibió algunas críticas negativas. A pesar de ello Fernando Fernán Gómez le dio otra oportunidad en "El viaje a ninguna parte" (1986), donde encarnó al hijo del personaje encarnado por José Sacristán, un muchacho que desaprueba la profesión de su progenitor -cómico-, y que se veía obligado a acompañarle durante toda la gira durante la cual llegaba a aceptar la figura paterna. También intervino en la serie de televisión Segunda enseñanza. En 1988 rodó "Amanece que no es poco" (Candidata al Goya por mejor guion original, entre otras categorías) de José Luis Cuerda. Se trata de una película coral de humor absurdo, con un guion surrealista repleto de situaciones de humor delirante en un pueblo de la Sierra de Albacete. En 1989 Carlos Saura le dio la oportunidad de su vida en "¡Ay, Carmela!", donde se puso en la piel de un mudo que recorría todos los rincones de una España en plena contienda. Como en "Las bicicletas son para el verano", su personaje quedaba herido moralmente tras una traumática experiencia: la muerte de Carmela, una amiga que le acogió cuando él no tenía nada. La Academia de Cine Española le recompensó con el Premio Goya a la mejor interpretación masculina de reparto y Nominación al Premio Félix de Cine Europeo a la mejor interpretación masculina, que Gabino dedicó al entonces recientemente fallecido Luis Escobar. Tras el éxito obtenido, Imanol Uribe le permitió encarar un personaje histórico, Felipe IV, en "El rey pasmado" (1991), con la que obtuvo su segunda candidatura a los Premios Goya. 1992 trajo dos reencuentros. El primero tuvo lugar en la filmación de "Tierno verano de lujurias y azoteas", donde le dirigió por segunda vez Jaime Chávarri, quien le encomendó mantener en la ficción un idilio con Marisa Paredes. El segundo tuvo lugar en "Belle Époque", donde volvió a coincidir con Fernando Fernán Gómez. En ella Gabino se hizo cargo del personaje más extremo de la obra: un joven zángano desvalido, castrado afectivamente por una madre posesiva y carlista que le provoca cierta tendencia a una auto-represión que al final de la obra da paso a una liberación relativa relacionada con su intento de matrimonio con una de las hijas de un hombre mayor, Manuel. Precisamente esa imagen débil le permitió acceder a un importante papel en "Los peores años de nuestra vida" (Emilio Martínez Lázaro, 1994), si bien en esta ocasión ofreció una ligera variante: Gabino seguía siendo el débil del cine español, pero también un ser con facilidad de palabra, generoso, lúcido y que sabía aceptar la derrota. En 1996 se convirtió en Santi, amante de Diana (Penélope Cruz) en "El amor perjudica seriamente la salud", donde se ponía al servicio de esta a lo largo de treinta años de la historia de España, que su director, Manuel Gómez Pereira, contempla con cierta ironía. En 1998 protagoniza "La hora de los valientes" (Antonio Mercero), en la que su aparentemente insignificante personaje se transformaba en una persona heroica: Gabino quería desprenderse de su imagen preestablecida, cuestionando la desde sus cimientos más básicos. En 2002, participó en la taquillera Torrente 2: misión en Marbella de Santiago Segura. Con anterioridad, ya había realizado un pequeño cameo en la primera parte de la saga (Torrente, el brazo tonto de la ley), junto a Jorge Sanz. Desde 2005, el actor ha enfocado su carrera hacia el teatro con obras como El apagón (2012) o Una noche con Gabino Diego (2013) esta última, muy alabada por la crítica.