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Mira lo que hizo mi Señor - Víctor Huamán de la Cruz 9 лет назад


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Mira lo que hizo mi Señor - Víctor Huamán de la Cruz

Es imposible poder escribir y describir en pocas líneas todo lo que hizo el Señor por nosotros: nos dio una madre y un padre terrenales, muy amorosos; aunque hay personas que no tuvieron la dicha de compartir con sus padres. Nos dio un techo, al principio de esteras, pero poco a poco mi padre lo fue haciendo de material noble… Él construía “al ojo”; la construcción de mi casa es una historia aparte. Nos dio alimento y vestido, aunque a veces con estrecheces, pero nunca nos faltó ni un pan ni una ropita, aunque sea remendada (tuvieron que pasar cincuenta años para que recién se imponga la moda de los pantalones “pescadores” que usábamos nosotros en esa época), ni unos zapatos aunque sea con fondo de cartón o papel. Nos dio educación en casa, y muy buena. Nos mandó al colegio… y para ir al colegio solo necesitábamos un block y un lápiz… y nuestro libro “Venciendo” que pasaba de hermano en hermano. Nos dio un hogar hermoso. Nos dio agua para beber todos los días de nuestra vida… === ¡Qué poco se valora el agua ahora! En mi casa sí la supimos valorar. Pasaron muchos años antes de que a nuestro barrunto llegara el agua potable y el desagüe. El día que abrí el caño y salió agua en abundancia fue día de fiesta en el barrio. No se pueden imaginar la inmensa alegría que inundó mi hogar… yo salía de la EOGRP un fin de semana y no sé quién en mi casa me dijo, “abre el caño”, y el agua fluyó a raudales… Mi papá, antes de tener agua potable, ya tenía hechas las instalaciones sanitarias. Ya no había que madrugar y cargar agua desde varias cuadras de distancia… y encima trepar el cerro con dos latas levantadas con un “cargador” ¿Cómo y qué era el cargador? Era un palo de escoba completo; de las escobas antiguas que eran de madera. A los extremos del palo se hacían unas hendiduras a lo largo de toda la circunferencia; de ellas colgaban unos fierros que terminaban en unos ganchos, y allí se colgaban las latas. Las latas eran grandes, de esas que hasta ahora existen para contener aceite. Se las dejaba brillantes y luego se calafateaban con brea; algo muy similar, seguramente, a la brea que usó Noé para calafatear el Arca; en la parte superior de la lata, ya abierta, se le atravesaba un trozo de palo de escoba del ancho de la lata. Llegó un momento en que teníamos dos cilindros que llenar. Mi papá tenía un mínimo de doce latas para el agua, un cilindro se llenaba con doce latas, entonces para llenar los dos cilindros teníamos que hacer doce viajes… por eso todos mis hermanos somos tan fuertes. De madrugada había que ir al pasaje Armando Filomeno y al inicio de él había un tanque de agua. Allí hacíamos cola, me acuerdo de algunas peleas que se armaban por la cola, toda una historia aparte. Ah, cuando no había agua allí, entonces íbamos a la Comisaría de Ciudad y Campo (la que queda en la Av. Domingo Sarmiento). Teníamos que cruzar todo el campo deportivo de lo que ahora es el estadio Alejandro Villanueva del Rímac. Eso sí que era bravazo. Hacer doce viajes era sumamente cansado… pero había que hacerlo… y un día a mi papá se le ocurrió hacer una tanque grande, de cemento… no sé cuántas latas entraban en él, pero fue peor que el peor de los castigos el llenar ese tanque. ¿Cuántos días a la semana se llenaban los cilindros y luego el tanque? Pues todos los días, tanto en verano como en época de colegio… y después de cargar agua, a estudiar. Ah, y no nos privábamos de los carnavales. Éramos una familia numerosa y el agua se iba literalmente “como agua entre las manos”. Y junto con el agua llegó el desagüe y la acequia que pasaba por mi casa dejó de ser útil y poco a poco fue desapareciendo (esta acequia se llevó a un amigo del barrio… lo buscamos y solo encontramos su cuerpo inerte)… e igualmente desparecieron los árboles frutales que habían frente a mi casa ¿Árboles frutales? Pues sí, los había de guanábana, de níspero, de granadilla, de pacay, etc. Igualmente había todo tipo de yerbas, de esas que usaba mi mamá para curarnos de cualquier mal… pero todo eso desapareció casi de un día para otro. Jesús me dio el agua de la vida… pero todavía tuve que hacer varios viajes más para cargar el agua terrenal. === Sí, pues, hoy puedo decirte “mira lo que hizo mi Señor”. Él también quiere ser tu Señor. En este mes morado puedo decirte que Él es el verdadero SEÑOR DE LOS MILAGROS. ÉL NO NECESITABA SER CARGADO EN HOMBROS; por el contrario, Él llevó nuestras cargas…

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