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EL MILLONARIO DESPIDIÓ A LA LIMPIADORA ACUSADA DE ROBO... PERO SUS PALABRAS LO HICIERON CAER...

EL MILLONARIO DESPIDIÓ A LA LIMPIADORA ACUSADA DE ROBO... PERO SUS PALABRAS LO HICIERON CAER... Luisa despertaba antes de que saliera el sol todos los días. Desde que había comenzado a trabajar en la mansión de los Morales, su rutina diaria era siempre la misma: limpiar los vastos salones, organizar los objetos de lujo y asegurarse de que todo brillara como si nunca nadie hubiera estado ahí. La joven de rostro amable y manos callosas no se quejaba, aunque el trabajo en la mansión era extenuante. Lo hacía por una razón más grande: su madre, doña Clara, quien padecía una enfermedad que la mantenía postrada en la cama. Mientras Luisa pasaba el trapo por las superficies, sus pensamientos siempre regresaban a su madre. Clara había sido una mujer fuerte en su juventud, pero los años y la enfermedad la habían doblegado. Desde que su padre las había dejado, Luisa había asumido el rol de proveedora, trabajando en lo que podía, y ahora su empleo en la mansión de Rafael Morales y su esposa Verónica era su salvación. Verónica Morales, una mujer siempre vestida con las últimas tendencias de la moda, trataba a Luisa con una frialdad absoluta. No le dirigía palabra alguna, salvo para dar órdenes o reprocharla por algún error insignificante. "Luisa, ¿cuántas veces te he dicho que ese florero va en la mesa del centro, no en la esquina?" decía con un tono autoritario que hacía que la joven bajara la mirada, reprimiendo cualquier respuesta.