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Ataque Van der Does a Las Palmas de Gran Canaria

El ataque de la flota holandesa a mando de Van der Does a la ciudad de Las Palmas fue un episodio más que agravó la crisis finesecular experimentada por la posición jerárquica de la ciudad dentro del organigrama productivo y redistributivo del Archipiélago. El impacto del ataque tuvo un efecto devastador coyunturalmente, pero su repercusión quedó solapada por acontecimientos de mayor repercusión demográfica y económica caso de la epidemia de peste de la primera década del Seiscientos o la citada reestructuración económica general. Con la llegada de los corsarios neerlandeses el vecindario de la ciudad se vio obligado a desplazarse hacia el interior de la isla y las funciones emanadas desde las instituciones se paralizaron durante prolongado tiempo. Esta situación repercutió, en cierto modo, sobre el resto del Archipiélago al emplazarse en la ciudad numerosas funciones necesarias para el adecuado funcionamiento regional. Además, este episodio dejó un considerable deterioro urbano en alguno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y algunas casas particulares. Los citados acontecimientos no supusieron el colofón del papel regional desempeñado por la ciudad y de su esplendor, pues sus funciones se establecían dentro de una estructura general supraregional independiente de cualquier hecho puntual, en la cual se apoyaba todo el organigrama económico-social de complementariedad regional. Si bien algunas instituciones vieron arruinadas de forma temporal sus sedes, ello no impidió que de forma general la vida cotidiana de mercados y circuitos de intercambios no se recuperaran y crecieran de modo considerable. Por lo tanto, se podrían hacer dos grandes apartados con respecto a los acontecimientos de 1599: la población, afectada por la pérdida de familiares, enseres e, incluso, viviendas en esas trágicas jornadas que lograron restañar las heridas físicas de sus propiedades de forma rápida, según se registra en las fuentes; y un segundo grupo formado por las instituciones, las más afectadas por la envergadura del deterioro de sus edificios y la limitación de ingresos, que soportaron con mayor virulencia los efectos la subyacente guerras religiosas-ideológicas existentes en ese momento en Europa, trasladada con todos sus efectos y consecuencias a Las Palmas por los corsarios holandeses. Estas instituciones, en función de la calidad de sus bienes e ingresos, van a intentar recuperar sus edificios mientras otras, con mayor poder financiero, como el Cabildo Catedral, iniciarán una frenética inversión en ampliaciones y ostentación.