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TIEMPO PARA MEDITAR - SEGUIR AL SEÑOR EXIGE ¡FORTALECERNOS EN EL SEÑOR Y EN EL PODER DE SU FUERZA!

TIEMPO PARA MEDITAR - Se trata de breves pasajes de Las Sagradas Escrituras vistos dentro de su contexto, en los cuales conviene meditar a lo largo del día, para poner por obra lo que nos dice la Palabra de Dios. ¿Puede un creyente vivir pensando y hasta creyendo que sus luchas diarias son sólo producto del azar y de las malas acciones de ciertas personas, ignorando así que al estar en este mundo, nuestra lucha real como hijos de Dios es contra las huestes espirituales de maldad? ¡Sí! Por ello, este pasaje de las Escrituras nos muestra que debemos tener siempre presente que (1) Dios mismo por medio de su siervo el apóstol Pablo, nos aclara "contra quiénes" es nuestra lucha y que (2) para poder soportar y estar firme contra las acechanzas del enemigo, es necesario estar vestidos de toda la armadura de Dios. Y no solo eso: Por Su Gracia para con nosotros en Cristo Jesús y por lo que nos revela su Espíritu por medio de la sana doctrina en Las Sagradas Escrituras, permanecer firme contra las acechanzas del malo es vital para poder ministrar y servir en el poder del Señor a nuestro Dios, dando ejemplo a nuestros hermanos en la fe (así como lo hizo por gracia de Dios, el apóstol Pablo a los hermanos de Efeso) y, sobre todo, tal como el mismísimo Señor Jesucristo nos enseñó, con su Santo Ejemplo. No solo se trata de "saber" que debemos estar firmes. Se trata de ESTAR FIRMES como el Señor Jesús nos enseñó nuevamente, por medio de su Santo Ejemplo cuando, al pesar de las constantes acechanzas del enemigo, el permaneció firme y fiel a la obra que le había sido encomendada por el Padre, hasta que la terminó. Procuremos tener siempre presente delante de Dios por Jesucristo nuestro Señor y Salvador, sus maravillosas verdades y promesas para con nosotros, para que andemos siempre con la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y estemos siempre firmes ante acechanzas del enemigo y de sus huestes, para que estando firmes al final, podamos servir y ministrar delante de nuestro Dios, en victoria ¡Y que la gloria sea para nuestro Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo su Hijo, quien es Dios, bendito por los siglos de los siglos! Amén.