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22/03/1996 Chilavert convierte este golazo para la historia Emotivo relato por Victor Hugo Morales La pelota, involuntaria testigo, pero fundamental protagonista, atraviesa el cielo en la noche de Liniers. Serán cerca de 60 metros de un vuelo constante, con un rápido ascenso y una contundente e inevitable caída. Sin saberlo, esa pelota está entrando en la historia del fútbol argentino, aun sin pretenderlo ni habérselo propuesto. Pero esa noche tuvo suerte, y fue elegida para formar parte del partido entre Vélez y River, por la tercera fecha del torneo Clausura 1996 . Los minutos pasaban mientras el árbitro Carlos Mastrángelo realizaba una correcta labor, en el que será su último partido como profesional. Ya tiene decidido su retiro del referato. El partido es muy entretenido. Está 1 a 1, gracias a un golazo de palomita de Juan Gómez para los de Núñez y otro de cabeza de Fernando Pandolfi, tras una gran jugada de Bassedas por izquierda. De pronto, a los 22 minutos del segundo tiempo, una irrelevante falta de Enzo Francescoli sobre el Pacha Raúl Cardozo en campo velezano, pero cerca del mediocampo, toma un enorme protagonismo. Ocurre que alguien ha decidido colgarse para siempre en la historia del fútbol argentino, e intenta convertir un gol de tiro libre desde 60 metros. Es algo impensado. Cercano a lo imposible. Y aún más para un arquero. Pero eso no es lo que piensa José Luis Félix Chilavert, que corre desde el área hacia el balón, mientras pide a gritos que todos le despejen su camino a la gloria. Francescoli se sorprende mientras ayuda a Cardozo a levantarse y Mastrángelo atina a agacharse a tiempo para que el pelotazo no le arranque la cabeza. Mientras, Germán Burgos retrocede e intentará evitar lo inevitable. El estadio se silencia. El tiempo se congela. La pelota sigue su camino con destino de red. Ni siquiera el viento le hace frente al épico momento. Incluso, ni Dios se lo quiere perder, porque, según el propio Chila, es él quien "mete la mano en el momento justo para cambiarle el rumbo al balón, que iba al palo derecho de Burgos, pero termina entrando por el medio, casi tirado para la derecha." El festejo es alocado. El paraguayo no sabe qué hacer primero. Mira hacia sus hinchas, luego a sus compañeros, y finalmente decide salir corriendo solo, esquivando intentos de abrazos de sus compañeros, para terminar con una feliz zambullida al césped, cerca de los bancos de suplentes. Es su momento y decide celebrarlo solo. " Burgos estaba mirando pajaritos ", dirá Chila después, para enseguida bajarle el tono a su frase y defender a su colega: "Sé que la gente y el periodismo le va a caer encima, pero lo que le pasó a él le puede ocurrir a cualquiera. El no fue el culpable de la derrota de River". Igual, poco después volvería a humillarlo en el estadio Monumental y le convertiría otro gol de tiro libre, en un Argentina-Paraguay, válido por las eliminatorias ´98. El 3 a 2 final resulta anecdótico, aun cuando Crespo empatara dos minutos antes del pitazo y Herrera sentenciara la victoria velezana en el descuento. Esa noche, hace hoy exactamente 15 años, Chilavert se robó todos los flashes.